Tiene 26 años y comenzó el viaje hace diez días. No tiene tiempos, ni apuro. Toda su travesía será registrada y subida a sitio web que él mismo creó. LA ARENA conversó antes de que regrese al pueblo que lo vio nacer. La madrugada del martes 22 de octubre anunciaba que iba a ser un día soleado. A casi seiscientos kilómetros de Santa Rosa, en el barrio Bella Vista de Córdoba Capital, cuando apenas asomaron los primeros rayos del sol, Cristian Zwick, guatrachense, 26 años, tercero de cuatro hermanos, ex estudiante de computación y programador de páginas web, comenzó el viaje de su vida. Sin tiempo, sin apuro, sin demasiado dinero, el muchacho se lanzó a la ruta con la certeza de saberse libre. Todo lo que tiene ahora lo lleva arriba de una bicicleta híbrida, cruza de playera y mountain bike. En diez días que lleva de viaje, Cristian recorrió 579 kilómetros, pasó por 9 localidades y solo pinchó una vez la rueda delantera. Cruzó el limite provincial y después de un par de años de estar afuera de La Pampa, volvió a respirar el aire del campo. “El día que salí arranqué bien temprano. Mis hermanos, mi mamá y mi compañera me despidieron. El día anterior estuve acomodando todo, y mientras tanto varios amigos fueron a despedirme. Estuve todo el día armando el equipaje y montándolo a la bicicleta”, dijo Zwick. Y agregó: “Pero quiero que quede claro que lo importante no apurarme para llegar, sino seguir andando” Primeros kilómetros. El primer día de viaje fue el mejor. Con el viento en la espalda Zwick recorrió 100 kilómetros en cinco horas hasta llegar a Almafuerte. Allí pasó la primera noche. Al día siguiente tenía pensado llegar hasta Río Cuarto, pero el clima le jugaría una mala pasada. Esta vez el viento le pegaba en el pecho y en dos horas y media solo 17 kilómetros. “Pensé que no iba a poder seguir, llegué hasta Los Cóndores y ahí me quedé hasta que calmara el viento. Y como nunca calmó tuve que a hacer dedo. Eso me hizo tomar conciencia de lo que es la adversidad de la naturaleza cuando se está en el camino”, dijo el guatrachense. Y agregó: “Por suerte pasó un camión que venía de descargar azufre en Córdoba y pude cargar la bici. Me llevó hasta Vicuña Mackena”. En Mackena dio una vuelta por el pueblo, hasta que el primer curioso le preguntó qué hacía. “Tengo un salón en el que te podés quedar. Te doy la llave y antes de irte me la dejás”, le dijo el hombre. La próxima parada sería Huínca Renancó. “Ahí fue donde peor la pasé. Estaba muy cansado y faltando 20 kilómetros para llegar a me empezó a doler la rodilla izquierda. Pero me concentré en pedalear y no en que tenía que llegar. Acampé en una estación de servicio al lado de la ruta”, contó. Al día siguiente Cristian pensó en hacer pocos kilómetros. Salió bien temprano y menos de dos horas llegó hasta Realicó. Allí, luego de haber pasado el límite provincial, dice que volvió a sentir el olor a sal. Pero también tomó conciencia de algo: en las rutas de Córdoba no había camiones de ganado. Todos llevaban soja o cereales. “Por suerte el cansancio de la noche anterior había pasado, me sentía bien y el viento estaba a mi favor. Entonces di una vuelta por el pueblo y volví a la ruta. Decidí ir hasta Embajador Martini. En total hice 70 kilómetros”, relató. Embajador. “Embajador Martini me gustó mucho y me sorprendió. Cuando cayó la tarde ya no había viento y el cielo se puso naranja. Yo no me acordaba de lo hermoso que se veía el horizonte en La Pampa. Le avisé a la policía que me iba a quedar y me dijeron que no había problema, que podía armar la carpa cerca del ferrocarril. Dando vueltas conocí dos abuelos y me quedé charlando como dos horas, hasta que se hizo de noche. Ahí también me acordé de lo negro que es el cielo acá. Pensé en quedarme algunos días ahí. Los abuelos me contaron la historia de la laguna que creció hace unos años y me dieron ganas de tomar fotos. Pero al día siguiente había un viento a favor muy grande y seguí viaje hasta Eduardo Castex”. Para llegar hasta Castex Zwick pedaleó 2 horas y media. Y como una suave brisa lo empujaba decidió llegar hasta Santa Rosa. “Ahora pienso ir hasta Guatraché para reencontrarme con muchos amigos y seres queridos. Pero antes voy a hacer un parate en Macachín y voy a entrar a General Campos solo para buscar un pote de dulce de Leche”. Destinos. Depués de abandonar La Pampa, Zwick planea pasar obligadamente por Bahía Blanca y Buenos Aires para despedir algunos amigos. De allí cruzará al Uruguay y a Brasil. – En el sitio web del proyecto tenés un trayecto marcado, pero ¿Cuáles son los lugares que más te entusiasma conocer? – En primer lugar me interesa el Paraguay. Me gustaría comprender mejor el panorama político porque sé que están pasando cosas interesantes, de las que acá no tenemos idea. El desembarco de las multinacionales agrarias es terrible y se han generado luchas muy interesantes. Después me interesaría conocer profundamente Río de Janeiro. Yo ya estuve allí, pero quiero conocerla a través de su gente. Y en Latinoamérica me gustaría visitar la zona andina y la selva de Brasil. Después, como algo más lejano, me interesa Asia. Un viaje, un proyecto. -¿Cómo surge y cuánto tiempo te llevó planear este viaje? -Me llevó mucho tiempo, casi tres años y en realidad todavía está en construcción. El viaje se está haciendo. Pero en realidad el viaje se me ocurrió cuando volví de Brasil hace tres años. Había pensado en irme a vivir ahí. Con el paso de los me fui cargando de ideas y después me dije “porqué no hacerlo en bicicleta”. -¿Por qué decidiste darle un marco conceptual al viaje y no tomarlo como un mero paseo? –En realidad, yo quiero romper con la estructura de lo que debe ser un viaje. Yo quiero hacer de viajar un modo de vida y no que ésto sea un escape o una forma de placer. Ahora tengo unos ahorros que me quedaron del trabajo como programador, pero no me van a alcanzar para todos los kilómetros que quiero hacer. Quiero encontrarme con la necesidad de tener que generar el día a día. Y tengo muchas herramientas para arreglármelas. Pero también todo va a depender de donde yo me encuentre. Uno saca cosas de sí que no sabe que las tiene hasta que se presenta la necesidad. La cabeza de uno está más activa si hay una necesidad. -¿A que cosas le temés ante tanta incertidumbre? -No tengo miedo a nada. Pero hay cosas con las que tengo que estar alerta. Los miedos generalmente le dan pie a las barreras que uno se pone. Yo le tengo mucho respeto a las rutas y trato de ser precavido. Por otra parte trato de ser consciente de las diferencias culturales y a cada lugar que voy hago una lectura de cómo entablar una conversación con la gente. Es fundamental estar atento a los modos de vida. Equipaje. Descripción del vehículo: Rodado 26, híbrido entre una mountain bike y una playera, amortiguación delantera, 21 cambios, dos parrillas en la que se enganchan dos pares de alforjas. Timbre para alertar a los vehículos, espejito retrovisor para ver los camiones, luces delanteras y traseras intermitentes, dos portacaramañolas y casco. Descripción del equipaje: Dos pares de zapatillas -livianas y de treking-, dos calzas, dos bermudas, dos pantalones largos, un buzo, cuatro remeras, un rompeviento, una campera de abrigo y ropa interior. Cuatro libros, dos ollas de camping para cocinar, una pava, una calentador, condimentos varios, mucha fruta y algo de comida no perecedera. Un clarinete, una melódica, una flauta. Cámara de fotos, carpa para dos, bolsa de dormir y aislante térmico. Todo suma casi 70 kilos. Bicicleta. La primera bicicleta que tuvo Cristian fue una Aurorita color verde. El recuerda cómo su padre le fue sacando de a una las rueditas a medida que aprendía a pedalear. Después le compraron una mountain bike bicolor, amarilla y blanca. De ésta le quedó un mal recuerdo: cuando menos lo esperaba, la horquilla se quebró y a él se le quebraron dos dientes. Estuvo dos días internado y el pueblo entero se preocupó cuando lo encontraron inconsciente en medio de la calle. Después un hermano le heredó una playera azul con la que pasó su adolescencia trazando las diagonales de Guatraché. Una vez en Córdoba tuvo otra playera pero cromada. De esa última todavía sobreviven algunas partes que le incorporó a la bicicleta con la que hace 10 días emprendió en viaje. “Con la playera cromada empecé a soñar en el viaje. Ahora tengo esta bici nueva, pero el espíritu de la cromada vive en ésta. Incluso las dos ruedas, una de las parrillas y el asiento son de aquella bici”. -¿Quién te preparó la bicicleta para salir de viaje? -Yo mismo hice todo. Y de alguna forma la bici ya es parte de mí. Debo ser conciente de ella como de mi propio cuerpo. En La Pampa los vientos te secan la cadena. Y una vez arriba es importante tener agua siempre, estar bien alimentado. -¿Si se pinchá o se te rompe la bici cómo hacés? -Paro y la arreglo. Llevo herramientas para hacerlo y al mínimo ruido extraño que hace, ya estoy encima viendo qué es lo que anda mal. – Vas a estar expuesto a condiciones climáticas complicadas, al cansancio físico y a muchas otras cosas ¿No te preocupa enfermarte? -Sé que en algún momento me voy a enfermar, pero tener una vida expuesta también hace que el cuerpo se fortalezca. La clave es la armonía. Si uno se enferma es porque muchas veces abre un canal para que eso pase. Un viaje, un proyecto, un sitio. Antes de largarse a la ruta Cristian Zwick fundó el sitio “unabiciparaherodoto.com”. Allí fundamenta el porqué de su viaje y carga diariamente material de los lugares que va recorriendo. Al ingresar uno podrá encontrarse con una crónica día por día, una hoja de ruta, material multimedia y los datos actualizados de la travesía. También hay enlaces con otras páginas de viajeron en bicicleta. EN el sitio también se puede conocer exactamente el número de kilómetros recorridos, las localidades que visitó y hasta la cantidad de pinchazos que lleva en su haber. También hay un banner especialmente dedicado para quienes quieran colaborar con el proyecto. Hay tres alternativas: La Difusión -“con solo algunos clicks me estarás dando una gran mano”, dice en el sitio, Colaboración Humana -“alojamiento, comida, repuestos para la bici, contactos, información varia”-, o económicamente -hay un número de cuenta que está habilitado para depósitos”. “La gente me ayuda mucho. Antes de salir de Córdoba una bicicletería me regaló toda la indumentaria deportiva y un par de cubiertas nuevas para salir a la ruta. En lo pueblos la gente me recibe bien, me comparte su espacio y se copa con lo que yo estoy haciendo”, dijo Zwick a LA ARENA. Y agregó: “A la gente que colabora no quiero considerarlos como “sponsors”, ya que no busco el rédito económico”. También “unabiciparaherodoto” se encuentra disponible en la red social facebook. Desde esa “fanpage” Cristian responde e interactúa con sus seguidores. También hay un número telefónico al que suele responder cuando no está en la ruta y tiene algunas líneas de señal y una pagina web http://unabiciparaherodoto.com/ Sin apuro. El trazado que Zwick pensó para su viaje recorre los cinco continentes. Así consta en el sitio “unabiciparaherodoto”. Sin embargo él se encarga de aclarar que su intención es hacer “ese camino”, pero “que sobre la marcha las cosas pueden cambiar”. “No puedo asegurar adónde voy a estar el mes que viene. Y tampoco quiero apurarme para llegar a ningún lado. En el apuro uno se pierde de un montón de cosas. Tampoco sé cuando voy a regresar a la Argentina, por eso es que me estoy despidiendo de todos mis seres queridos”, dijo a LA ARENA Lautaro Bentivegna Fuente La Arena
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