La Pampa, coronavirus  y la grieta: ¿y vos de qué lado estas?

La Pampa, coronavirus y la grieta: ¿y vos de qué lado estas?

Por Norberto G. Asquini

El mensaje del presidente Alberto Fernández en el que anunciaba la extensión del aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus fue respondido por la oposición con un cacerolazo porteño. La emergencia unifica detrás del miedo, pero la grieta está latente y hay quienes encontraron la justificación para manifestarse contra el peronismo.

Emergencia y reclamos

La política también se mete en plena emergencia por la pandemia. El gobierno nacional, en sí los ejecutivos y el Estado, centralizaron toda la atención ante el temor y la incertidumbre generadas por un enemigo silencioso. La oposición pareció entonces guardarse frente a un tema sensible.

Pero para quienes son opositores al peronismo no hubo más tolerancia. La furia contenida se mostró esta semana en los cacerolazos, reducidos a algunos barrios porteños. La centralidad del presidente Fernández en el manejo de la emergencia, que llevó a niveles inusitados de adhesión según marcan las encuestas, fue el mar de fondo. Los dichos del mandatario reclamando solidaridad a uno de los empresarios más ricos del país que estaba despidiendo empleados fue la excusa. Una parte de la clase media que hace una oposición tenaz al peronismo y que se vio afectada en sus ingresos por una medida como la cuarentena obligatoria, el motivo que desató la protesta porteña. Se apuntó a la clase política, o al menos a la clase política peronista que es la que gobierna, por sus sueldos. Detrás de ese apoliticismo hay toda una postura tomada. La crítica al político depende del lugar en el que está uno parado, y en el que está el político.

El tema es tan pesado en estos momentos complejos que la reacción de Cambiemos-Juntos por el Cambio en el Congreso llevó a una discusión que sembró de división sus filas.

La grieta que todo lo puede

La centralidad y necesidad del Estado en tiempos de coronavirus se ha subrayado en esta columna. Pero todavía está la grieta ideológica sobre cuánto Estado es necesario, tensionada por los extremos: están quienes dicen querer sacarse al Estado de encima contra los que esperarían todo de él. “Una ficción binaria en la que se enfrentarían productivos versus subsidiados, soja versus industria del calzado, exportadores versus ‘vivir con lo nuestro’”, indica el analista Martín Rodríguez.

En La Pampa esta discusión no llegó al extremo de la cacerola, utensilio de uso político identificado con una clase y con el antiperonismo, pero por lo bajo están planteadas las diferencias. No en torno a que hay que tomar medidas, sino hasta dónde son necesarias. De hecho, no hay falta de políticas o medidas, el tema es a quien benefician y a quien no.

Las diferencias hacia las decisiones tomadas en Nación o en la Provincia en paralelo a las sanitarias (que no tienen discusión) depende si uno está más cerca o más lejos del Estado o si uno está más cerca o más lejos del peronismo.

¿Y vos de qué lado estás?

La crisis económica ya está planteada y ahora se va a profundizar. Desde el gobierno nacional se tomaron acciones en cuanto a medidas de seguridad, control de precios, asistencia a empresas, subsidios a las y los trabajadores de menos ingresos o informales, beneficios impositivos, etcétera.

Si desde el Estado peronista se apunta de esta manera a contener a los sectores más vulnerables, del otro lado están los perjudicados de clase media por la cuarentena con posturas opositoras. En La Pampa mostraron su cara. La Cámara de Comercio en representación de los comerciantes (sector golpeado si los hay, salvo alimentos y alguno más) y el campo. Los políticos de Cambiemos, que defendieron (o por lo menos no criticaron) las políticas de un gobierno neoliberal hasta diciembre pasado, ahora reclaman al Estado proteger a esa clase media. O directamente apuntan a los resquicios de la actuación del Estado, cuando antes querían achicarlo.

Igualmente, hay que matizar cuando hablamos de clase media y su manifestación política: está el tercio irreductible antiperonista, y está una buena parte que maneja sus adhesiones por el bolsillo y las expectativas. La primera mostró los dientes, la segunda debe sobrellevar la emergencia.

En La Pampa la crítica no estuvo dirigida hacia la clase política, identificada con el peronismo, que rápida de reflejos propuso los fondos solidarios con descuentos a sus salarios, sino a reclamar medidas económicas protectivas para la clase media. Hay otras discusiones, del progresismo y que suscitan menos atención, que apuntan a la política de seguridad y al control social.

La discusión de fondo está planteada, y no es nueva. Con el correr de los días veremos los próximos capítulos de un conflicto que va en paralelo a las urgencias planteadas por la pandemia del coronavirus.

 

 

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La Pampa en la era de la  pandemia: cómo nos  cambiará la vida

La Pampa en la era de la pandemia: cómo nos cambiará la vida

Carlos Scolari afirma que cada generación se reconoce en un hecho histórico que la marca de por vida, y la Generación Z está viviendo su propio 11S con la pandemia de COVID-19. Algunas cosas nunca volverán a ser como antes a nivel mundial y nacional, y ya lo estamos viviendo. ¿En qué afectará a La Pampa estos cambios?

Por Norberto G. Asquini

La rápida propagación de la pandemia vino a reforzar el poder de los Estados al tiempo que anuncia cambios en la globalización y el capitalismo, de los que emergerán cambios sustanciales en la geopolítica mundial. La pandemia generará transformaciones, que no son sencillas de imaginar, pero que están ocurriendo.

La historiadora Anne Applebaum afirma que esta crisis representa “una gran ruptura, el sistema mundial tal como lo conocemos está dejando de funcionar en estos momentos y cuando se ponga en marcha de nuevo será muy diferente”. Muchos se preguntan si el coronavirus, así como trastoca la geopolítica internacional, planteará una crisis de cómo vemos el mundo. Porque para enfrentar a la nueva peste debimos cambiar drásticamente nuestra forma de hacer casi todo lo que hacemos: cómo trabajamos, compramos, controlamos nuestra salud, educamos a nuestros hijos y nos cuidamos. Todavía no somos conscientes de que nada volverá a ser igual después de unas semanas y de que algunas cosas nunca volverán a ser como antes.

La evolución tecnológica

La sociedad coevoluciona junto a los cambios tecnológicos, y los cambios que estamos viviendo en estos días, tanto a nivel de protección personal como colectivos dejarán su huella en nuestros comportamientos individuales y grupales.

Esos cambios los vivimos a diario y acá mismo en La Pampa. En el ámbito educativo, se observa la clara manifestación de que la educación on line (sobre todo la implementada a “golpe y porrazo”, en todos los niveles) no se trata solo de una mera transformación técnica. Cada actor está haciendo lo que puede, compartiendo ideas y herramientas, mientras los alumnos y estudiantes de todos los niveles se ahogan en un montón de tareas y deberes que no saben cómo organizar. Desde la primaria a la Universidad.

A esas brechas escolares se le sumaron nuevas desigualdades en términos de tecnología y conectividad.  Hay niños y niñas que no cuentan con una computadora o un smartphone; hay otros que tienen dispositivos digitales, pero no saben utilizar plataformas.

La tecnología dejó de tener un uso recreativo para muchos para convertirse en una herramienta. Cuando asumió, el gobernador Sergio Ziliotto afirmó que iba a hacer una gestión “moderna y eficiente”. El gobierno provincial había dado ya un salto en los últimos años en materia comunicacional al hacer un mayor empleo de las redes sociales en su estrategia política. Ahora se pensaba en profundizar en materia de digitalización del Estado y conectividad en la sociedad. Pero llegó la pandemia que apura todo.

Habrá un nuevo salto social en la era digital. Con el aislamiento social estalló la adopción de nuevas herramientas y el mayor uso de internet, que tuvo una buena respuesta en la red provincial de fibra óptica ante el brusco incremento del consumo. Se descubrieron herramientas como el zoom para mantener cualquier tipo de reunión, los medios digitales explotaron en sus visitas y consultas desde la cuarentena obligatoria profundizando la tendencia de opacar a los tradicionales, las redes sociales aceleraron, para bien y para mal, la dinámica de los hechos y de la información/desinformación.

El Estado, y todo lo demás

El Estado fue reubicado por la pandemia en el centro de la escena internacional. Es el gran protagonista de la respuesta a la crisis, distribuyendo cheques en EEUU, renacionalizando los sistemas de salud en Europa, controlando sanitariamente dentro y fuera de sus fronteras como China, colocando barreras en algún pueblo de La Pampa, salvando las distancias y diferencias.  Los gobiernos en nuestro país son a la vez frágiles y fuertes. Porque las herramientas que tienen para combatir la crisis pueden resultar pocas, pero igualmente ha mostrado capacidad de acción y alinear a gran parte de la población detrás suyo.

Ese protagonismo excesivo tendrá su correlato a futuro. Habrá seguramente un Estado más activo en todos los niveles. El desplazamiento de muchas operaciones de la administración hacia el ámbito online es algo que va a suceder, y se deberá dar respuesta en materia de mayor eficiencia.

La mayor presencia de las fuerzas de seguridad en las calles plantea interrogantes. Cuando la gente teme a la muerte o a una pandemia está dispuesta a ceder poderes al Estado, a ceder libertad a cambio de seguridad. La pregunta es cuánto y cómo los Estados van a utilizar esa posibilidad.

Tal vez en lo económico será el mayor desafío. Los gobiernos nacionales y provinciales han tomado diversas medidas con el objetivo de paliar los efectos negativos de la cuarentena obligatoria en los sectores más vulnerables mientras se sobrelleva la pandemia. Hay, y habrá, una redistribución de ingresos producto de esta crisis que se suma a la otra crisis, la que ya estábamos atravesando.

Esta crisis sanitaria, sin precedentes en la historia reciente, muestra la importancia de generar pisos de protección social fuertes, indica un informe del CIPPEC. Habrá que ver cómo lo enfrentarán los gobiernos, ya que Argentina deberá hacerlo con la mochila de los años recesivos anteriores y tiene menos margen de maniobra que otros países.

Apenas se comienza a entrever cómo será el mundo después de la pandemia. Scolari afirma, con fundamentos, que “como después del 11S, la vida cotidiana de millones de personas en todo el mundo cambiará de manera irreversible. La sensación general y compartida es que, para bien o para mal, nada volverá ser como antes”. Quedamos avisados.

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Cuarentena en La Pampa:  el hora a hora de Ziliotto  y el “hacerse cargo”

Cuarentena en La Pampa: el hora a hora de Ziliotto y el “hacerse cargo”

Por Norberto G. Asquini

El coronavirus COVID-19 es el tema central, urgente, excluyente en el planeta. En pocas semanas, los mundos que imaginaba la política quedaron lejanos. Muy muy lejanos. La pandemia construyó un nuevo escenario político sustentando en decisiones extremas y sustentadas en la incertidumbre diaria que le da un nuevo rol, y central, a cada gobernante.

El hora a hora de la emergencia

¿Cómo se vive hora a hora en Casa de Gobierno el estado de emergencia permanente? La actividad más febril está reducida al segundo piso, en el ala oeste. Entre las oficinas cercanas a la del gobernador Sergio Ziliotto, pasando por Secretaría General y Prensa. El mandatario llega a las 7, firma el despacho y comienza la serie de videollamadas. El zoom es la aplicación elegida. Tanto con sus funcionarios como con los de Nación. Con el presidente Alberto Fernández es celular o Whatsapp. La cuarentena nos obligó a ser aún más tecnológicos y conectados.

Los funcionarios, sobre todo los ministros, están todos en sus lugares. Se viven momentos de tensión y de decisiones cruciales. Más que nada en áreas claves como Salud y Seguridad. El comité de crisis, que era presencial, con el correr de los días se fue tornando online y las reuniones más específicas por áreas. Ziliotto está mañana y tarde, salvo los fines de semana que se lo encuentra en la Residencia. Y desde ahí, siguen las videollamadas. La crisis no da respiro a nadie.

El lugar obligado

La política en tiempos de cuarentena, con la consagración del coronavirus como único gran tema global, como indica Andrés Fidanza en Revista Anfibia, “le permitió al presidente Alberto Fernández dar un giro en su agenda hasta entonces desordenada, alinear al gabinete, seducir a los periodistas más reacios al kirchnerismo y consolidar ‘el movimiento albertista’ como un hecho autónomo del cristinismo. La reclusión por decreto subrayó en el abogado peronista su faceta del varón justiciero y digno de confianza, el vocero hegemónico del gobierno, el que hace los off y marca la cancha en su esquema propio de poder radial”.

En La Pampa, el coronavirus a Ziliotto (el gobernador inesperado de 2019, como lo fue Alberto, pero que tuvo más tiempo para hacerse cargo de lo que venía) lo puso obligadamente en el centro de la escena. Es la hiperpersonalización en la cúspide del poder político y del Estado provincial. La sociedad en tiempos de coronavirus necesita del Estado. Y ahí está el Estado presente en la calle, en la trinchera: desde el y la policía deteniendo a los irresponsables a las y los médicos y enfermeros a la espera de la peste.

En el centro de la escena

No es gratuita esa exposición para Ziliotto. Estar en la foto (o en la pantalla) es una obligación y una necesidad. La de hacerse cargo. Ese hipercentralismo comunicacional sirve para manejar la situación en momentos tan difíciles, y también lo sobreexpone. Para los gobernantes, afrontar momentos como estos puede llegar a ser todo ganancia política cuando se la sabe conducir (Alberto Fernández llegó al 79% de aprobación en las mediciones según Letra P), pero también es sostener la presión de una situación que se puede disparar a una crisis sanitaria en cualquier momento.

Ziliotto en sus primeros meses empezó a ubicarse estratégicamente en el centro de la escena política provincial. La pandemia, que disparó la crisis global más profunda de las últimas décadas y trastocó la vida de todos y todas, le cayó con todo su peso y no le dejó dudas del lugar que debía ocupar. Ya nada será igual después, cuando el después llegue.

Todos los ojos están puestos en el gobernador. Es una oportunidad para mostrar gestión, como le ocurre a Alberto Fernández, y también una responsabilidad por las consecuencias económicas y sociales que provocará la emergencia sanitaria en un país que ya estaba golpeado.

El Estado protectivo: la prioridad y lo que vendrá

Ziliotto es la cabeza del Estado peronista en La Pampa, de un Estado presente que gobierna desde hace más de 36 años. Al que se puede tildar en algunos casos de ineficiente, pero que tiene espalda y presencia. El gobernador es heredero y continuador de ese Estado, pero también es quien lo conduce ahora en una crisis que pocas veces vieron sus antecesores.

Ese Estado peronista protectivo, al que le caen las críticas de la oposición, es el que da las respuestas en medio de la crisis del coronavirus. Es el que manda y pone orden. Por ahora, con medidas de seguridad y sanitarias para la prevención, y económicas para intentar contener a los “de abajo”. Después deberá hacerse cargo de los desafíos colaterales: la situación económica desmejora, como en todo el mundo, y habrá una provincia, y un país, que necesitará la intervención estatal más que nunca. Ese hacerse cargo no es gratis ni fácil. Se toman medidas de urgencia, pero también se piensa en las que vendrán. Porque la sociedad lo está sintiendo, desde los comerciantes que no venden, los monotributistas que no facturan hasta los que deben salir a cazar ilegalmente porque ya no hay changas. Hay una prioridad, y es frenar al coronavirus.

El periodista Martín Rodríguez en La política online indica: “La espera terminó. La auténtica presidencia de Alberto Fernández empezó estos días cuando la realidad le rompió el equilibrio. Promete construir ocho hospitales más. Nadie sabe pero nadie cree oportuno preguntarse de dónde saldrá la plata. Porque cuando algo se hace y después se ve cómo se financia, eso se llama prioridad. Se llama urgencia. Se llama justicia social sin tasas chinas. Porque exactamente esa es la realidad”. Como un golpe directo sin saber de dónde ni cómo llegó, la emergencia sanitaria se desparramó en La Pampa e inició un nuevo tiempo político. El tiempo de Alberto, el tiempo de Ziliotto.

 

 

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La política en cuarentena:  urgencia mata grieta y  Morrissey en La Pampa

La política en cuarentena: urgencia mata grieta y Morrissey en La Pampa

Por Norberto G. Asquini

La política nacional y provincial también entraron en cuarentena obligatoria desde hace semanas. La actual emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus volcó todos los esfuerzos a la gestión diaria. Quienes están al frente de los ejecutivos, desde el presidente Alberto Fernández, pasando por el gobernador Sergio Ziliotto y hasta las y los intendentes, se pusieron al frente de esa lucha y se encargaron de comunicar las medidas más contundentes adoptadas por sus gobiernos. No hay tibios en esta pelea.

Si en el verano hablábamos en esta columna de la política de la emergencia en los gobiernos que asumían, en un país atacado por la crisis económica y en el que no había aún mención del coronavirus, ahora estamos inmersos en la política de la urgencia. El día a día es gestión pura. No hay lugar para otra cosa.

Gestión de la urgencia

Los gobiernos deben afrontar no solo un posible contagio masivo, del que tenemos ejemplos dramáticos en otros países, sino también la persecución de los irresponsables que no respetan el aislamiento obligatorio. La gestión de la urgencia sirve ahora para evitar una catástrofe mayor. Si el gobernador Ziliotto cierra las rutas provinciales y saca la policía a las calles es porque la propagación de la enfermedad colapsaría el sistema sanitario y aumentaría geométricamente el número de contagios y de muertes.

Es por eso que el presidente Fernández logró encolumnar a toda la dirigencia política detrás de una de las decisiones más trascendentales que un gobierno haya tenido que tomar en la historia, señala la periodista Gabriela Pepe. Unidad de acción, que le dicen.

La urgencia dejó sin lugar a cualquier planteo político que no tuviera que ver directamente con la prevención y la lucha contra el coronavirus, y la oposición adoptó una postura condescendiente. La grieta desapareció por el momento. No hay posibilidades de planteos sobre las medidas en marcha. Hacerlo ahora sería un suicidio. Los gobiernos gestionan, el resto acompaña.

Apelar al miedo

La política pasa por la gestión y los gobiernos deben demostrar su presencia y eficiencia. De ahí las medidas que se tomaron y se siguen tomando. Desde que el ministro de Salud, Ginés González García, asumiera que no había tomado la problemática como debía, llegaron de inmediato las medidas in crescendo del presidente hasta declarar la cuarentena obligatoria. El especialista en comunicación Mario Riorda afirma que no es suficiente apelar a la buena voluntad de la ciudadanía para evitar los contagios y que el miedo es la herramienta fundamental en una comunicación de riesgo. Solo de esta manera se cambian conductas. Los gobiernos también debieron afrontar la batalla de la comunicación ante una población que tiene como extremos un exitismo alarmista que lleva a la psicosis colectiva y una irresponsabilidad desaprensiva y delictiva. Es ese amplio y complejo gris entre ambas el que debe ordenar un gobierno. Haciendo frente a la desinformación y las fake news.

El Estado en todo

A los gobiernos no les gusta dar malas noticias, prefieren trabajar bajo un esquema de noticias positivas. Pero la política quedó también en cuarentena y solo hay un tema urgente, prioritario y central. La solución de la crisis económica y los proyectos en marcha o anunciados son noticias viejas. La iniciativa que le había impuesto Ziliotto a sus primeros meses al frente de su gestión, quedaron congelados por el momento. Las y los intendentes observan cómo la economía local se derrumba y los fondos que necesitaban para otras cuestiones deben ponerse en lo social.

Hay un debate político igualmente de fondo que a nadie le escapa. Si en un comienzo, cuando el coronavirus era solo una noticia en la sección internacional tan lejana como China, se pensó que el tema iba a servir al gobierno nacional para disimular la falta de buenas noticias en lo económico, esa cuestión se deshilachó en los hechos. Ahora las consecuencias económicas serán mayores. Todo el mundo la está sufriendo.

Algo sí quedó en claro. La presencia del Estado. Sin un Estado que asuma la crisis, no es posible esta lucha. Desde el nacional hasta el local. Desde declarar la cuarentena hasta cerrar las rutas y caminos para frenar y perseguir a las y los irresponsables. “Creíamos que el miedo a morir convertía a ateos en creyentes, pero resulta que convierte a neoliberales en keynesianos”, se tuiteó acertadamente por estos días. La presencia del Estado (todo, hasta la policía en las calles) evita muertes. Al contrario, la ausencia del Estado provoca que vuelva el sarampión por falta de vacunas. En 2019 las urnas escogieron un Estado con amplia presencia, al que se le exige y pide que sea más eficiente y menos despilfarrador. Pero se termina cualquier planteo individualista liberal o debate por un Estado mínimo cuando la crisis golpea. Y cómo.

Y mientras tanto

La policía recorre las calles, los irresponsables hacen la suya y el grueso de la población aguarda expectante en sus casas qué puede llegar a ocurrir. Esperan cuándo golpeará la bestia que no tiene forma, pero que se sabe recorre las calles y está expectante. Los incrédulos, los soberbios, los insensibles siguen tentando la suerte.

“Todos los días son como si fuera domingo, / todos los días son silenciosos y grises”, describe Morrissey en Everyday is like Sunday lo que es una vida que está a la espera de que le caiga la bomba en medio de la hecatombe. En La Pampa se anhela, en cada casa, que pasen esos días sin consecuencias. La bestia está rondando afuera.

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El PRO pampeano:  la unidad de la cara  política del campo

El PRO pampeano: la unidad de la cara política del campo

Por Norberto G. Asquini

El PRO comenzó a reorganizarse tanto a nivel nacional como en el distrito La Pampa. Luego de la derrota electoral de 2019 y de los pases de factura internos y con los socios en Cambiemos-Juntos por el Cambio (estos últimos que continúan y seguirán) esta fuerza comenzó a armarse desde lo partidario en la nueva etapa en el llano ya perdida la presidencia. A nivel nacional asumió como presidenta Patricia Bullrich para intentar “federalizar” el sello macrista. Mientras, hay todavía heridas sin cicatrizar y quienes buscan su propio camino entre la figura de Mauricio Macri o nuevas referencias que oxigenen como Rodríguez Larreta.

En La Pampa el partido le disputó a la UCR el lugar de la primera oposición al PJ con Macri en la Casa Rosada. Pero los radicales son una fuerza histórica y tradicional y aunque parezcan divididos siempre resurgen como principal fuerza opositora al peronismo, aunque después no vayan a darle pelea. Ahora el PRO intenta sostenerse como tercera fuerza y desde allí ir armándose. Le compite a la UCR por el mismo electorado y sabe que cuando lleguen los tiempos electorales confluirán mecánicamente en una alianza electoral. Habrá que ver cómo se presenta 2021, ya que ese año se eligen senadores, pero también diputados y el PRO tiene que renovar su único legislador nacional: la banca de Martín Maquieyra.

Buscando un símbolo de paz

En la provincia parecía que después de la dura derrota en la interna que disputó con la UCR, las diferencias internas del PRO iban a ser más ruidosas de lo que fueron. Finalmente, las dos posiciones que había en su interior lograron el consenso y una lista de unidad para la conducción. La línea tradicional y mayoritaria que tiene como referentes a Carlos Mac Allister a la distancia (en contacto con las referencias nacionales pero alejado de La Pampa) y al diputado provincial Martín Ardohain como cara visible, había sufrido los embates de los “renovadores”, aquellos críticos a la conducción como Maximiliano Aliaga, pero que son minoría. La nueva etapa no podía ser con gente afuera que diezmara sus filas y se resolvió una conducción con todos adentro. Y con un presidente que tuviera un perfil moderado y conciliador como Enrique Juan. Afuera quedó un solitario como Darío Casado luego de tratar de romper el partido a través de una presentación judicial y algunas salidas mediáticas.

La línea política que se maneja en la nueva conducción es similar a la nacional. Juan habla de “territorializar”, tratar de ganar espacios en el interior de la provincia. Por eso se abrió la lista y se intentó que también hubiera lugares para representantes de localidades del interior.

La cara del campo

El PRO como cabeza de Propuesta Federal (que suma a MID, Mofepa y GEN) tiene su propio perfil ideológico. Nacido, y crecido, bajo la figura de referencia de Macri, pero también del respaldo de sectores del campo afines a su pensamiento. Su mayor caudal electoral lo logra en los distritos rurales del este provincial. No son pocos tampoco las y los dirigentes amarillos que son productores agropecuarios. Por ello se ha convertido en estos momentos en “la cara política” del campo que es crítico al peronismo. La defensa que hizo el diputado Ardohain del lock out ruralista contra la suba de las retenciones a la soja, frente a posturas más moderadas de los radicales, es parte de esa representación. También en ese camino estuvo la defensa de los intereses del sector ante las consecuencias de la nueva Ley de Plaguicidas, donde no coincidieron con la prohibición de la comercialización. Más allá de la cuestión económica, hay también una razón política-ideológica de ser referentes del campo. Estos sectores son opositores al peronismo y sobre todo al kirchnerismo y observan la suba de las retenciones a la soja como un nuevo avance del gobierno nacional sobre sus intereses. Si cuando estaba Macri en el gobierno, al que apoyaban, no manifestaron su malestar por no cumplir con la promesa de sacar las retenciones, ahora se lanzan a protestar por lo que consideran otro ataque del peronismo y su “odio hacia el campo”, como lo consideran ellos (y ellas).

El ex gobernador Rubén Marín dijo que con la nueva protesta del campo “volvió el gorilismo”. No se puede coincidir: la disputa entre una concepción liberal y otra popular siempre estuvo presente entre el campo y el peronismo desde la 125. Puede estar en su punto más álgido o más larvado, pero el conflicto siempre está presente.

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