La “crisis de los avales” mostró la fragmentación del PJ santarroseño. Los dos polos que esperan la decisión sobre la interna. Sin conducción, la anarquía se extiende entre sus filas. Los dilemas ante el “factor Larrañaga”.
Norberto G. Asquini
Intentar entender lo que ocurre, y ocurrirá, con el PJ santarroseño es una entelequia por lo complejo de la cuestión. El analista tiene algunos elementos para interpretar una realidad por demás enmarañada, pero hay tantos intereses en juego y pasiones cruzadas, tanta diversidad y división, que apenas puede sacar algunas conclusiones. Algunas circunstanciales, otras que marcan tendencias.
Ahora se vive la “crisis de los avales”. Resumen: para sortear la interna partidaria, hubo un acuerdo provincial de los tres líderes de cada línea mayoritaria, pero la lista de unidad de Santa Rosa fue por demás trabajosa y se conformó a último momento. El intendente Luis Larrañaga debía presentar los avales para la listas del Consejo de unidades básicas y de congresales provinciales, y no llegó al número. Fue una fachada que encubrió lo que en verdad pasa.
La grieta.
La “grieta”, la fragmentación del peronismo santarroseño, ya no implica dos mitades, sino dos sectores muy heterogéneos en pugna, unos a favor y otros decididamente en contra del intendente. Y hasta se entrevé ahora otros sectores periféricos que ven hasta ajena esta disputa de dos bandos que no los contienen, pero los afectan. Caídos los avales, y frente a lo que defina el Consejo Provincial del PJ el miércoles con las listas de Santa Rosa, volvieron las diferencias que estaban disimuladas por un acuerdo por demás precario.
Esa grieta es profunda y la podemos observar en lo discursivo en las interpretaciones sobre lo ocurrido en la presentación de listas. De un lado, del intendente, se dijo que hubo un boicot de algunos sectores, vernistas, que no entregaron las planillas firmadas. Del otro, hablaron de improvisación y negligencia por no conocer cómo afrontar cuestiones partidarias, políticas y formales, a la hora de confeccionar la documentación. Para unos, desde la junta electoral se promovió la caída de la lista para romper el acuerdo capitalino y denostar al jefe comunal. Para los otros, el responsable de los avales era el intendente en cada localidad, y en Santa Rosa Larrañaga no cumplió.
Unos contra otros.
El miércoles define el Consejo Provincial qué criterio tomará al respecto. Que se cayeran las listas llevó a que se mostraran las verdaderas caras que había detrás del acuerdo. En torno a Jorge Lezcano, una referencia por haber sido precandidato en 2011 y perder por poco la interna, se comenzaron a congregar vernistas, marinistas y robledistas. Lezcano no fue incorporado por Larrañaga al acuerdo y esto hizo mucho ruido. Son dirigentes medios que se manejan autónomos de la consulta a los líderes. La consigna es “todos contra Larrañaga”. Nada nuevo. Algunos tienen como meta unirse para pelearle el Consejo de UB, y de hecho, dejarlo sin chance para 2015. Otros ir más allá y conformar un polo propio para disputar la municipalidad el próximo año. Fueron los que tuvieron que acordar con Larrañaga por la lista de la unidad, no se sabe si compelidos por sus jefes políticos o porque no tenían posibilidad en las urnas. O ambas.
Larrañaga quedó del otro lado, apoyado por los sectores kirchneristas. Si el resto no quiere acuerdo, entonces peleará una interna a todo o nada. Sin medias tintas, como ha sido su trayectoria política.
Decisión a tomar.
¿Qué hará el Consejo Provincial? Las internas partidarias están convocadas para el 31 de agosto y ese cuerpo debe resolver en los casos en los que no pueda realizarse elecciones por no estar en condiciones las listas. En Santa Rosa hay dos nóminas sin avales, ya que la de Larrañaga al Consejo arrastró a la de congresales. Las opciones van desde la intervención el PJ local hasta efectuar una nueva convocatoria para fin de año y sostener en sus cargos a las actuales autoridades prorrogando sus mandatos.
El Consejo Provincial, atendiendo razones más políticas que jurídicas, y considerando que hubo una sola lista de congresales -en la que hay nombres como Jorge, Marín y Durango-, puede llegar a habilitar esa instancia para ser proclamada en el congreso del 27 de septiembre en Eduardo Castex para salvar en parte el “papelón” de los avales. Frente a esto, se llamaría a elecciones solo para el Consejo de UB.
Larrañaga, el incómodo.
Larrañaga, a esta altura, es una referencia incómoda para el PJ. No solo para el jorgismo, sino para todo el justicialismo de cara a 2015. Derrotó al Frepam que era gobierno, y desde entonces su derrotero ha sido penoso. Sus arrestos autonómicos tornaron muy dificultosa la convivencia con el gobernador y con otros intendentes. Llevó al peronismo a los extremos haciendo que las otras líneas lo combatan. Su gobierno torpe y sin rumbo hizo añorar a la gestión anterior y perdió por sus manejos autocráticos apoyos internos hasta provocar que el Concejo Deliberante se le pusiera en contra. Sus ambiciones y la falta de ejercicio y cintura políticos tornaron dificultoso cualquier entendimiento con él, al punto de que los intendentes de Compromiso Peronista no lo consideran de la línea sino un outsider. De hecho, el jefe comunal disputa poder en la misma capital a los codazos con uno de los ministros. El jorgismo, así, tiene un dilema paralelo al de buscar un candidato para 2015: qué hacer con el intendente que supuestamente tiene más peso por gobernar la capital, pero que rompe más que construye y que podría ser un factor que pese en contra en las urnas.
Esquiva a Verna.
Santa Rosa, además, siempre fue esquiva para Carlos Verna. El PJ local lo puede llegar a respetar, pero no le obedece. Es llamativo que un armador político en las sombras como Verna, que tiene a General Pico “atado” y nadie puede ingresar para hacerle fuerza, no pudiera hacer pie en la capital. En parte esto fue por la división que ha sufrido el peronismo en la última década. Pero no es solamente por eso. Sus operadores navegan sin rumbo. El puñado de dirigentes vernistas nunca pudo construir nada propio y hay diferencias insalvables entre ellos mismos. Son el “comando de la derrota”, demostrado en las legislativas de 2009 cuando el ex mandatario se postuló al Senado. Las decisiones de Verna tampoco ayudaron: disputó terreno con Alcala, eligió para candidato a Juan Carlos Tierno porque medía más en las encuestas y le dio alas a Larrañaga y luego algunos de los suyos lo impulsaron a ganar la comuna. Hasta Jorge rompió con él en 2012. Es, en buena medida, aunque no directamente, responsable de este presente.
Anarquía que se nota.
El PJ santarroseño extraña a Jorge intendente. Desde que dejó el cargo en 2003, ha sido la debacle. Las feroces internas de Verna-Marín y de Jorge-Verna, más las alternativas locales, hicieron el resto para fragmentar. Alcala envuelto en denuncias y muy opaco, Tierno movilizando a la sociedad en su contra y siendo destituido, el Frepam ganando la elección y gobernando la capital por primera vez desde 1983, y luego la llegada de Larrañaga. Hoy el justicialismo no vive la división, sino la anarquía interna. No hay una conducción. El intendente no responde al gobernador y éste no puede encolumnarlo, no hay un dirigente que destaque por encima del resto con capital político propio y que aglutine al resto por sus posibilidades en 2015, hay internas en seis de las siete unidades básicas y está la sangría, o el goteo, de adherentes hacia otras alternativas, que van desde el tiernismo y el peronismo disidente hasta el PRO.
El ensayo de unidad hizo agua por todos lados en la capital. La “crisis de los avales” no mostró solo la fragilidad de la unidad, sino el debilitamiento que tiene el PJ santarroseño. La desconfianza de todos contra todos es la norma, que explica las últimas performances electorales con pérdidas de votos propios. Una situación complicada que representa el “talón de Aquiles” del PJ pampeano en un 2015 por demás complejo.
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