Diario Sur Digital

Cuarentena en La Pampa: el hora a hora de Ziliotto y el “hacerse cargo”

Por Norberto G. Asquini

El coronavirus COVID-19 es el tema central, urgente, excluyente en el planeta. En pocas semanas, los mundos que imaginaba la política quedaron lejanos. Muy muy lejanos. La pandemia construyó un nuevo escenario político sustentando en decisiones extremas y sustentadas en la incertidumbre diaria que le da un nuevo rol, y central, a cada gobernante.

El hora a hora de la emergencia

¿Cómo se vive hora a hora en Casa de Gobierno el estado de emergencia permanente? La actividad más febril está reducida al segundo piso, en el ala oeste. Entre las oficinas cercanas a la del gobernador Sergio Ziliotto, pasando por Secretaría General y Prensa. El mandatario llega a las 7, firma el despacho y comienza la serie de videollamadas. El zoom es la aplicación elegida. Tanto con sus funcionarios como con los de Nación. Con el presidente Alberto Fernández es celular o Whatsapp. La cuarentena nos obligó a ser aún más tecnológicos y conectados.

Los funcionarios, sobre todo los ministros, están todos en sus lugares. Se viven momentos de tensión y de decisiones cruciales. Más que nada en áreas claves como Salud y Seguridad. El comité de crisis, que era presencial, con el correr de los días se fue tornando online y las reuniones más específicas por áreas. Ziliotto está mañana y tarde, salvo los fines de semana que se lo encuentra en la Residencia. Y desde ahí, siguen las videollamadas. La crisis no da respiro a nadie.

El lugar obligado

La política en tiempos de cuarentena, con la consagración del coronavirus como único gran tema global, como indica Andrés Fidanza en Revista Anfibia, “le permitió al presidente Alberto Fernández dar un giro en su agenda hasta entonces desordenada, alinear al gabinete, seducir a los periodistas más reacios al kirchnerismo y consolidar ‘el movimiento albertista’ como un hecho autónomo del cristinismo. La reclusión por decreto subrayó en el abogado peronista su faceta del varón justiciero y digno de confianza, el vocero hegemónico del gobierno, el que hace los off y marca la cancha en su esquema propio de poder radial”.

En La Pampa, el coronavirus a Ziliotto (el gobernador inesperado de 2019, como lo fue Alberto, pero que tuvo más tiempo para hacerse cargo de lo que venía) lo puso obligadamente en el centro de la escena. Es la hiperpersonalización en la cúspide del poder político y del Estado provincial. La sociedad en tiempos de coronavirus necesita del Estado. Y ahí está el Estado presente en la calle, en la trinchera: desde el y la policía deteniendo a los irresponsables a las y los médicos y enfermeros a la espera de la peste.

En el centro de la escena

No es gratuita esa exposición para Ziliotto. Estar en la foto (o en la pantalla) es una obligación y una necesidad. La de hacerse cargo. Ese hipercentralismo comunicacional sirve para manejar la situación en momentos tan difíciles, y también lo sobreexpone. Para los gobernantes, afrontar momentos como estos puede llegar a ser todo ganancia política cuando se la sabe conducir (Alberto Fernández llegó al 79% de aprobación en las mediciones según Letra P), pero también es sostener la presión de una situación que se puede disparar a una crisis sanitaria en cualquier momento.

Ziliotto en sus primeros meses empezó a ubicarse estratégicamente en el centro de la escena política provincial. La pandemia, que disparó la crisis global más profunda de las últimas décadas y trastocó la vida de todos y todas, le cayó con todo su peso y no le dejó dudas del lugar que debía ocupar. Ya nada será igual después, cuando el después llegue.

Todos los ojos están puestos en el gobernador. Es una oportunidad para mostrar gestión, como le ocurre a Alberto Fernández, y también una responsabilidad por las consecuencias económicas y sociales que provocará la emergencia sanitaria en un país que ya estaba golpeado.

El Estado protectivo: la prioridad y lo que vendrá

Ziliotto es la cabeza del Estado peronista en La Pampa, de un Estado presente que gobierna desde hace más de 36 años. Al que se puede tildar en algunos casos de ineficiente, pero que tiene espalda y presencia. El gobernador es heredero y continuador de ese Estado, pero también es quien lo conduce ahora en una crisis que pocas veces vieron sus antecesores.

Ese Estado peronista protectivo, al que le caen las críticas de la oposición, es el que da las respuestas en medio de la crisis del coronavirus. Es el que manda y pone orden. Por ahora, con medidas de seguridad y sanitarias para la prevención, y económicas para intentar contener a los “de abajo”. Después deberá hacerse cargo de los desafíos colaterales: la situación económica desmejora, como en todo el mundo, y habrá una provincia, y un país, que necesitará la intervención estatal más que nunca. Ese hacerse cargo no es gratis ni fácil. Se toman medidas de urgencia, pero también se piensa en las que vendrán. Porque la sociedad lo está sintiendo, desde los comerciantes que no venden, los monotributistas que no facturan hasta los que deben salir a cazar ilegalmente porque ya no hay changas. Hay una prioridad, y es frenar al coronavirus.

El periodista Martín Rodríguez en La política online indica: “La espera terminó. La auténtica presidencia de Alberto Fernández empezó estos días cuando la realidad le rompió el equilibrio. Promete construir ocho hospitales más. Nadie sabe pero nadie cree oportuno preguntarse de dónde saldrá la plata. Porque cuando algo se hace y después se ve cómo se financia, eso se llama prioridad. Se llama urgencia. Se llama justicia social sin tasas chinas. Porque exactamente esa es la realidad”. Como un golpe directo sin saber de dónde ni cómo llegó, la emergencia sanitaria se desparramó en La Pampa e inició un nuevo tiempo político. El tiempo de Alberto, el tiempo de Ziliotto.

 

 

Deje su comentario en Facebook