Por Norberto G. Asquini
El PRO comenzó a reorganizarse tanto a nivel nacional como en el distrito La Pampa. Luego de la derrota electoral de 2019 y de los pases de factura internos y con los socios en Cambiemos-Juntos por el Cambio (estos últimos que continúan y seguirán) esta fuerza comenzó a armarse desde lo partidario en la nueva etapa en el llano ya perdida la presidencia. A nivel nacional asumió como presidenta Patricia Bullrich para intentar “federalizar” el sello macrista. Mientras, hay todavía heridas sin cicatrizar y quienes buscan su propio camino entre la figura de Mauricio Macri o nuevas referencias que oxigenen como Rodríguez Larreta.
En La Pampa el partido le disputó a la UCR el lugar de la primera oposición al PJ con Macri en la Casa Rosada. Pero los radicales son una fuerza histórica y tradicional y aunque parezcan divididos siempre resurgen como principal fuerza opositora al peronismo, aunque después no vayan a darle pelea. Ahora el PRO intenta sostenerse como tercera fuerza y desde allí ir armándose. Le compite a la UCR por el mismo electorado y sabe que cuando lleguen los tiempos electorales confluirán mecánicamente en una alianza electoral. Habrá que ver cómo se presenta 2021, ya que ese año se eligen senadores, pero también diputados y el PRO tiene que renovar su único legislador nacional: la banca de Martín Maquieyra.
Buscando un símbolo de paz
En la provincia parecía que después de la dura derrota en la interna que disputó con la UCR, las diferencias internas del PRO iban a ser más ruidosas de lo que fueron. Finalmente, las dos posiciones que había en su interior lograron el consenso y una lista de unidad para la conducción. La línea tradicional y mayoritaria que tiene como referentes a Carlos Mac Allister a la distancia (en contacto con las referencias nacionales pero alejado de La Pampa) y al diputado provincial Martín Ardohain como cara visible, había sufrido los embates de los “renovadores”, aquellos críticos a la conducción como Maximiliano Aliaga, pero que son minoría. La nueva etapa no podía ser con gente afuera que diezmara sus filas y se resolvió una conducción con todos adentro. Y con un presidente que tuviera un perfil moderado y conciliador como Enrique Juan. Afuera quedó un solitario como Darío Casado luego de tratar de romper el partido a través de una presentación judicial y algunas salidas mediáticas.
La línea política que se maneja en la nueva conducción es similar a la nacional. Juan habla de “territorializar”, tratar de ganar espacios en el interior de la provincia. Por eso se abrió la lista y se intentó que también hubiera lugares para representantes de localidades del interior.
La cara del campo
El PRO como cabeza de Propuesta Federal (que suma a MID, Mofepa y GEN) tiene su propio perfil ideológico. Nacido, y crecido, bajo la figura de referencia de Macri, pero también del respaldo de sectores del campo afines a su pensamiento. Su mayor caudal electoral lo logra en los distritos rurales del este provincial. No son pocos tampoco las y los dirigentes amarillos que son productores agropecuarios. Por ello se ha convertido en estos momentos en “la cara política” del campo que es crítico al peronismo. La defensa que hizo el diputado Ardohain del lock out ruralista contra la suba de las retenciones a la soja, frente a posturas más moderadas de los radicales, es parte de esa representación. También en ese camino estuvo la defensa de los intereses del sector ante las consecuencias de la nueva Ley de Plaguicidas, donde no coincidieron con la prohibición de la comercialización. Más allá de la cuestión económica, hay también una razón política-ideológica de ser referentes del campo. Estos sectores son opositores al peronismo y sobre todo al kirchnerismo y observan la suba de las retenciones a la soja como un nuevo avance del gobierno nacional sobre sus intereses. Si cuando estaba Macri en el gobierno, al que apoyaban, no manifestaron su malestar por no cumplir con la promesa de sacar las retenciones, ahora se lanzan a protestar por lo que consideran otro ataque del peronismo y su “odio hacia el campo”, como lo consideran ellos (y ellas).
El ex gobernador Rubén Marín dijo que con la nueva protesta del campo “volvió el gorilismo”. No se puede coincidir: la disputa entre una concepción liberal y otra popular siempre estuvo presente entre el campo y el peronismo desde la 125. Puede estar en su punto más álgido o más larvado, pero el conflicto siempre está presente.