Gobierno apuntala emprendimientos que tejen sueños y merecen un altavoz

Integrantes de la Secretaría de Trabajo y Promoción del Empleo visitaron a una costurera y al dueño de una red de altavoces de General Acha, que pudieron consolidar sus proyectos personales y, además de mantener a sus familias, prestar un valioso servicio a la comunidad.

Las historias de Mónica Iturez y Pablo Mogliasso tienen muchos puntos en común. Estos dos vecinos achenses están comprometidos con su comunidad y vienen creciendo a paso firme con sus emprendimientos. Además de prestarle un servicio importante a la comunidad, logran sostener la economía familiar mediante la actividad que desarrollan.
Con más de 40 años de experiencia en el mundo de la costura, Mónica, conocida en General Acha como “Moni, la Costurera”, logró hacer de su pasión un pilar fundamental en su vida y ganarse un lugar importante en la consideración de su comunidad.
Originaria de Buenos Aires, Mónica llegó a la localidad en 2003, pero su historia con la costura había empezado mucho antes, cuando apenas tenía 18 años.
“En Buenos Aires había muchos talleres de costura, así que desde joven trabajé en ellos, ya sea por producción o por hora. Después, cuando me mudé a General Pico, trabajé en una indumentaria deportiva, hasta que finalmente decidí independizarme en General Acha”, comenta, orgullosa, a la Agencia Provincial de Noticias.
Con el paso de los años, Mónica logró crear una clientela fiel que abarca localidades cercanas como Unanue, Quehué, Ataliva Roca, Miguel Riglos, Gobernador Duval, Colonia Santa María y Toay. “Hago de todo un poco: camperas de egresados, vestidos de novia, de quince, y hasta sastrería, que fue todo un desafío, pero lo logré”, explica.
Cada prenda que confecciona no solo tiene un sello de alta calidad, sino que lleva consigo el esfuerzo, la dedicación y el amor por un oficio que aprendió a lo largo de su vida.
A pesar de que Mónica trabaja incansablemente en su taller, que hasta el momento se limita solo a la producción, su sueño es tener un local comercial propio, donde los clientes puedan sentirse cómodos, medirse la ropa y disfrutar de la experiencia de una atención más cercana y personalizada. “Hasta ahora, todo lo hago yo: corto, confecciono, todo… Mi taller es pequeño, y aunque cuento con el espacio para producir, la comercialización aún es un pendiente, es lo que quiero. Mi anhelo es tener un local donde pueda atender a la gente como se merece”, expresa con esperanza.
El apoyo de su familia también juega un papel importante en su vida emprendedora. Mónica es madre de siete hijos y, aunque es pensionada, su actividad de costurera es el único ingreso fijo que entra a su hogar. “A la mañana, ayudo a mis hijas con un emprendimiento de panificados, y por la tarde me dedico exclusivamente a la costura”, explica. Con una agenda tan cargada, no pierde el enfoque y continúa adelante con sus proyectos, siempre con el respaldo de su familia, que la apoya tanto en lo personal como en lo laboral.
En cuanto a los insumos que utiliza para sus confecciones, asegura que los compra en Buenos Aires, y uno de sus hijos, que vive allí, actúa como su comisionista. “Hago los pedidos por whatsapp, y ellos se encargan de enviarme todo”, comenta con una sonrisa que refleja la confianza y colaboración familiar que la sostiene.
Uno de los hitos en su carrera fue cuando solicitó un crédito para adquirir una sublimadora, herramienta que le permitirá ampliar sus posibilidades de producción. “Salí sorteada, y ahora estoy buscando capacitarme para poder utilizarla correctamente y abaratar costos. Esto me permitirá seguir creciendo”, afirma con entusiasmo.
A pesar de los desafíos que enfrenta, la achense por adopción no se detiene. Su dedicación al trabajo, su capacidad para aprender nuevas técnicas y su sueño de tener un local propio son el reflejo de una mujer que ha hecho de la costura un arte y un medio para sostener a su familia. “Mi sueño es que, a través de mi trabajo, pueda seguir creciendo y brindar un mejor servicio a mis clientes”, concluye. Con una actitud positiva, sigue cosiendo no solo telas, sino también un futuro lleno de sueños y logros.

Un emprendedor que da voz y apoyo a la comunidad
En tiempos difíciles, el emprendimiento se convierte en un motor vital para la economía local, y Pablo Mogliasso es un claro ejemplo de cómo, con esfuerzo, pasión y el respaldo adecuado, es posible superar obstáculos y seguir creciendo. Originario de General Acha, logró consolidar un emprendimiento familiar que no solo beneficia a su economía personal, sino que también suma al bienestar de su comunidad. Su proyecto, una red de altavoces que inicialmente fue gestionada por su tío, se ha convertido en un símbolo de perseverancia y trabajo en equipo. Gracias a este emprendimiento, no solo mantiene su familia, sino que también brinda un servicio vital para los vecinos de la localidad.
“Gracias al crédito que pude acceder, sigo creciendo y mejorando mi calidad de vida. Es un apoyo fundamental”, comenta con gratitud. Y es que, para él, el acceso a estos recursos fue clave para continuar con su proyecto.
El camino hacia su presente no fue sencillo, pero lo que distingue al achense es su enfoque positivo y consciente. “Aunque no es mucho dinero, cada paso que damos cumpliendo con el compromiso asumido permite que otras personas también se beneficien. Somos todos conscientes de que el crecimiento es colectivo”, reflexiona el emprendedor. Este enfoque resalta la importancia de las redes de apoyo en el ecosistema emprendedor y cómo, con pequeños pasos, se pueden lograr grandes cambios.
Lo que comenzó como un pequeño proyecto relacionado con la radio y los altavoces, ahora es un negocio que no solo cumple con las necesidades de su comunidad, sino que también forma parte de la historia familiar. “Comencé hace 35 años en la radiofonía, y después de tanto tiempo, hoy tengo mi propia radio, Radio Uno 98.9”, dice con orgullo. Su trabajo, es un puente de conexión para los ciudadanos, ya que Pablo realiza transmisiones de fútbol, deportes y noticias locales.
Destaca sin tapujos el apoyo que recibió tanto de la comunidad como del Gobierno provincial. “Desde la Municipalidad de General Acha, el proyecto fue visto con buenos ojos. Lo estudiaron, lo llevaron a la mesa de gestión y me lo aprobaron rápidamente. Nunca tuve inconvenientes”, explica. Este respaldo, que fue vital para el desarrollo de su proyecto, es un claro ejemplo de cómo el apoyo estatal puede ser un fermento para que los emprendedores sigan adelante, incluso en tiempos de incertidumbre económica.
Con un enfoque inclusivo, su radio también se ha convertido en un espacio donde se promueve la diversidad cultural, con programas como el de Micaela, quien realiza un programa tropical, o el de folclore a cargo de un historiador local. “Los domingos también transmitimos el fútbol tradicional, algo muy importante para la comunidad”, agrega.
Con visión optimista y sus 35 años de experiencia en el mundo de los medios y la comunicación, no duda en alentar a otros a emprender. “A pesar de los tiempos difíciles, el emprendimiento sigue siendo una oportunidad. Si uno se anima y tiene el apoyo necesario, puede lograrlo”, concluye.
Su historia es un testimonio de cómo, con esfuerzo, en la provincia de La Pampa, se puede emprender con éxito y cambiar la realidad de muchas personas.

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