Historias: Cuando el agua se tragó a Villa Epecuén
Informes, Regionales 6 marzo, 2010 - 21:48 4 ComentariosMaría de Francisco siempre pensó que no había nada peor que un incendio. Eso fué hasta el 10 de noviembre de 1985, el día que el agua venció la defensa de seis metros de altura de Villa Epecuén e inundó el pueblo. Cuatro días después todo el lugar ya había sido evacuado. Hoy se lo puede recorrer en lancha; sólo hay que ir esquivando los pocos techos y tanques de agua que aún están sobre el nivel de la laguna.
María y su marido tenían una mercería y tienda de ramos generales que estaba sobre la calle Mitre, la principal de Villa Epecuén. Sólo salvaron algunas cosas y se mudaron a Carhué. Con la indemnización que les dio la provincia, dicen que compraron una casa cinco veces más chica y de menos calidad que la que tenían.
Villa Epecuén quedaba a 8 kilómetros de Carhué. Estaba siempre a full. Todo el año recibían turistas con reuma, artritis y artrosis que usaban las aguas curativas de la laguna. Era, además, centro nocturno en la región.
En el ”85 todo el sistema hídrico de esta zona de la provincia —fundamentalmente las seis lagunas Encadenadas que están al norte de Carhué— estaba a punto de “explotar”. Entonces, dicen que Alejandro Armendariz (el gobernador de la época) dio la orden de sacar los “tapones” que paraban al agua. En un abrir y cerrar de ojos, todo ese caudal oceánico llegó a Villa Epecuén.
Dicen que salvo el intendente de Carhué —que unos días antes vació un hotel que le pertenecía, según cuentan los memoriosos— nadie imaginaba lo que iba a pasar. “Por más que veíamos que día a día elevaban la altura de la defensa éramos unos ingenuos; vivíamos en el limbo”, recuerda doña María.
Ricardo Zappia, era dueño de un hotel, junto con sus padres y sus hermanos. “¿Si era lindo? Para mí era hermoso”, dice. Aquel día que la defensa quedó superada su papá y su mamá tomaban mate en la cocina. De pronto, los invadió medio metro de agua. Aunque algunos vecinos alcanzaron a salvar hasta los sanitarios y puertas y ventanas, ellos perdieron todo. “Nos ofrecieron 100 mil australes de indemnización y había una inflación tremenda. Lo rechazamos y aún estamos en juicio”, comenta el hombre. De dueño de un hotel pasó a empleado de una pinturería de Carhué.
También el cementerio quedó bajo el agua. Los ataúdes que estaban en nichos flotaron a la deriva y después los llevaron a un nuevo cementerio en Carhué. Los que estaban bajo tierra quedaron cubiertos por la inundación.
En 1999, cerca de donde estaban la escuela primaria y la terminal de ómnibus, recordaron aquella inundación. Sobre tierra firme, los vecinos colocaron un monumento de simbología incomprensible. En una placa está esta frase: “La llama de la esperanza no se apagará jamás“. El agua de la laguna, que crece sin parar, ya le muerde la base.
La más triste. Una familia entera con su casa bajo el agua. El Matadero
Más del Matadero. Hoy casi destruído.
Canales que se multiplican por la zona.Pena, simplemente eso.
El agua en las puertas de las casas.
Se venía el Fín.
Imágen aérea. Todo terminaba. El Cristo. El Matadero. Lo que quedó.Huellas de la Inundación.
(Clarín – Carhué).
4 Comentarios
muy bueno sigan así los felicito. un anecdota pasábamos noches enteras tomando mate en Alberti mate va mate viene con Guillermo y el negro un abraso a esos pioneros………..
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