(D.T)Dos abogados querellantes y un periodista fueron amenazados, a días de que se inicie el juicio de la Subzona 14. Carina Salvay, de la Liga de Derechos del Hombre, recibió una llamada telefónica y un mensaje de texto intimidatorio; Miguel Palazzani, de la Asociación Argentina por los Derechos Humanos, sufrió la rotura de un vidrio de su estudio jurídico; y Norberto Asquini, cronista de La Arena y coautor del libro “El Informe 14“, fue amenazado por teléfono.
Los casos se produjeron en los últimos días. Primero amenazaron a Asquini. En rigor, hicieron una llamada telefónica al padre del periodista, radicado en Pico. Se llama también Norberto Asquini. Posteriormente, rompieron el vidrio del estudio de Palazzani, querellante por la Asociación Argentina por los Derechos Humanos.
Finalmente, amenazaron a Carina Salvay, abogada de de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, por teléfono y mensaje de texto.
El sentido de una profesión (Entrevista publicada meses atras en La Arena)
Miguel Angel Palazzani es abogado y en los últimos tiempos su labor resaltó en la opinión pública por representar a la ex detenida política durante la dictadura militar, Raquel Barabaschi, que denunció al presidente del PJ pampeano Carlos Aragonés por colaborar con los militares, y a los periodistas del mensuario Lumbre cuando el entonces ministro de Gobierno, Juan Carlos Tierno quiso querellarlos.
Palazzani tiene 40 años, nació en Villa Iris, un pueblo en el oeste bonaerense pegado al límite con La Pampa, y se graduó en la Universidad de La Plata. Luego de trabajar unos años en Guatraché, donde reside parte de su familia, migró en los ’90 a Santa Rosa donde instaló su estudio. Entrevistado en su oficina con vista panorámica a los cuatro puntos de la plaza San Martín, el abogado afirmó que no tuvo un compromiso político o militancia en el tema de derechos humanos o de libertad de expresión hasta que conoció a quienes tuvo que acompañar para defenderlos ante el poder. Por esas causas se acercó a las víctimas de atropellos y fue un “cachetazo” de la realidad que cambió su perspectiva sobre su profesión.
Palazzani dijo que no es el único abogado que se ha involucrado en este tipo de casos judiciales que la lista es larga y no salen en los medios, y asegura que “nuestra profesión es o tendría que ser un compromiso con la sociedad. Tenemos un costado eminentemente social, de ahí a que lo hagamos o no es otra historia“.
-¿Cómo entendés el rol del abogado?
–Es ampliar lo más que se puede los espacios de libertad. Estamos bombardeados permanentemente y asfixiados por lo que llamamos el poder. A mí me toca ejercer en una rama del derecho que es la penal y que es donde más asfixia ese poder. Si se tuviera que definir la tarea del abogado se lo puede hacer de muchas maneras: como juez, fiscal, defensor, asesor de una empresa o un banco o legislador. Puede ser también abogado de Al Capone o de la madre Teresa. Si tengo que definirlo, esto en forma personal, es que debe defender los espacios de libertad que sea. Ensanchar los lugares de pluralismo, de tolerancia. Que no nos impongan nada.
-¿Cómo nació ese compromiso con causas que deben enfrentar al poder?
–No me considero un abogado comprometido o representante de nada. A mí me cambió conocer las historias de Raquel Barabaschi como víctima de la dictadura o la del periodista Juan Carlos Martínez que defendía su libertad de expresión, y acompañar esas causas. Yo tenía las expectativas cotidianas de cualquier persona por lo que no me enteraba de estos casos. Y ser parte de ellos fue una forma de cachetearme, tomar contacto con temas comprometidos y preguntarme ¿dónde estuve yo todo este tiempo? Agradezco mucho a la profesión haber conocido a la gente que me cacheteó, que son los verdaderos protagonistas en estas causas y sé el compromiso que tienen. Haberlos conocido no tiene precio, sí mucho valor. Sus causas pueden terminar como terminen, pero valió la pena todo el esfuerzo que pusimos porque esas cosas son las que le dan sentido a la profesión.
-¿Por qué te “cachetearon” esas causas?
–Soy de la generación que crecí durante la dictadura militar. Hice el secundario en esa época y soy hijo de la desmemoria y el olvido, que después siguió en la época menemista. Me tocó vivir una vida sin solidaridad, mal educado en la no solidaridad. Y aclaro que seguí en esa postura durante gran parte de mi vida profesional. Dedicándome a mi carrera. Pero a partir de estos dos temas tomé contacto con Raquel y Juan Carlos Martínez en una etapa de mi vida en la que fue muy fuerte escuchar las injusticias que se cometieron con ellos. Y me movió también la relación personal que inicié con ellos a través de la profesión.
-Decís que no sos un abogado comprometido, pero es difícil enfrentar a gente como Aragonés o Tierno que tienen al poder político detrás.
–Es asumir un compromiso, y también es un desafío profesional que te moviliza. Las dos cosas: la justicia del reclamo que te da tranquilidad, y el desafío.
-¿Tuviste algún apriete por ser parte de estas causas?
–No, no que haya influido en mí o me lo haya tomado en serio. Porque estoy expuesto como todo el mundo.
-¿En la profesión hay muchos abogados con compromiso con estos temas?
–Conozco muchos colegas que han tenido problemas por tomar causas que involucran al poder. Y tienen un gran compromiso. Lo que pasa que no salen en los medios. Tampoco son corrientes estas causas. Cuando llegó Raquel la escuché y vi que era válido acompañarla porque el reclamo era justo. No me puse a merituar otro tipo de cuestiones o situaciones. Pero entiendo que si no era yo, algún otro abogado la iba a acompañar.
-Pregunto porque muchos tienen un estereotipo de la profesión como el abogado burócrata o el que sólo se interesa por casos en los que hay dinero en juego.
–No es una actitud censurable, cada uno vive de lo que hace. Uno se mueve con casos ejecutivos o una sucesión y te vas alienando en esta profesión. Pero siempre hay gente ideológicamente en la otra vereda. Se puede defender a Al Capone o a Teresa de Calcuta, pero cada uno opta por la vereda en que se pone. También existe el derecho a la defensa y no se le puede negar a nadie. Pero para mí hay un límite, que serán distintos o iguales a otros. Y el abogado debe decir “hasta acá llego”. En mí influyeron mucho las personas que me tocó defender, la vivencia con ellos o verlos en la lucha del día a día, por eso sé que muchos abogados que no toman estos temas porque no los conocen, si conocieran por ejemplo a Raquel, más de uno la acompañaría.