Verna por 188 votos, un corte del 35% y una sorpresiva fidelización.
Casi la mitad de los votantes cortó boleta entre las cuatro listas principales. Verna tuvo gran adhesión personal y Santa Rosa no le permitió tener una elección histórica. El PJ pierde apoyos, al comparar con otras elecciones. El voto en blanco trepó al 23,4%.
Norberto G. Asquini
Los números definitivos de la elección pampeana del 25 de octubre dejaron algunas curiosidades, pero también cuestiones para analizar sobre la performance de cada fuerza partidaria y la dinámica del sistema político de la provincia.
Por un lado, el próximo gobernador Carlos Verna estuvo a 188 votos de la mejor elección para ese cargo en el PJ, la de Rubén Marín en 1999. Finalmente, el postulante justicialista obtuvo 97.068 votos -provisoriamente había logrado dos mil menos- y no pudo superar por poco a Marín que había logrado en su momento 97.256 sufragios. Por supuesto, hay un punto que destaca el triunfo de 1999, y es que hubo muchos menos votantes habilitados. Mientras en 1999 podían votar 207.255 electores y se emitieron 181.290 votos, el 25 de octubre sufragaron 225.232 personas, el 24,2 por ciento más que hace dieciséis años. Mientras las adhesiones de Marín representaron el 53,6% de los positivos en su oportunidad, Verna alcanzó el 43,1% de los emitidos. Lo que marca diferencias y muestra cómo a través de los años el justicialismo ha ido perdiendo su caudal electoral, más allá de su hegemonía en La Pampa.
Verna no pudo pasar la barrera de 1999 por una simple cuestión: la mala performance de la boleta local del PJ en Santa Rosa, derrotada por Propuesta Frepam. El justicialismo no solo sufrió la buena elección de Leandro Altolaguirre, sino también la propia interna y el voto K de la capital provincial. Francisco Torroba le sacó 6.382 votos a Verna en la ciudad.
Adhesión personal.
Pero aún hay más. La categoría gobernador fue la más votada por mucho, por lo que el voto al próximo mandatario fue una adhesión personal hacia su figura de ciudadanos y ciudadanas que apoyaron en otros cargos a diferentes fuerzas. Verna logró el 21,3% más de votos que Daniel Scioli (17.105 de diferencia), el 19,7% más que la mejor lista de legisladores nacionales (16.004 arriba que la de senadores) y el 8,1% más que los diputados provinciales (7.350). Pero además, y esto demuestra la gran performance del candidato: logró el 13,5% más que el total de votos obtenidos por los 79 intendentes y presidentes de comisiones de fomento del PJ, que sumaron 85.497 sufragios, y 11.571 menos que la categoría de gobernador. Esto es un indicador del corte de boleta que hubo, pero también que si el poder territorial pesa, esta lectura se debe atemperar ante la diferencia con la performance personal de Verna. De hecho, ocurrió algo similar a 1999: cuando la principal oposición parecía tener chance de pelear la votación o presentaba una boleta más competitiva, el votante pampeano se volcó por el candidato oficialista.
Y otra cuestión: la centralidad del peronismo. El 61% del votante pampeano -en votos positivos- apoyó a una lista de ese signo o identificada en lo nacional con ese movimiento. Entre los votos del PJ, Pueblo Nuevo y el Frente Pampeano para la Victoria -donde fueron muchos votos kirchneristas- sumaron 121.759 sufragios.
La oposición.
La alianza entre la UCR y el PRO logró la mejor performance histórica de una fuerza opositora, alcanzando los 72.741 votos para gobernador, el 36,42% de los votos positivos, superando los 68.399 logrados por la Alianza en 1999. Pero quedó igualmente a 24.327 sufragios de Verna, que amplió su ventaja con los números definitivos.
El poder territorial pesa, y sobre todo el corte que hubo de boletas de quienes votan un intendente de la oposición en sus localidades, pero al gobernador del PJ. Los 62 intendentes que presentó el Pro-Frepam lograron unos 72.587 sufragios, casi lo mismo que logró el candidato a gobernador. Pero hubo otros 17 localidades -y grandes como Intendente Alvear donde Torroba consiguió 2.313 votos- sin candidatos a jefe comunal que no se suman y que llevaría esta cifra a 5.000 votos más. De esta manera, Torroba cosechó muchos menos votos que sus intendentes. Y apenas ganó en 13 de las 79 localidades, y en todas fue donde había un intendente radical o en la que ganó un postulante de ese partido.
¿Corte o sábana?
Los números mostraron también que hubo un corte de boleta que podría considerarse histórico, y que si bien fue mayor para presidente, estuvo presente en todos los tramos. Se puede calcular ese corte en un promedio del 35% entre las cuatro boletas que tenían las siete categorías que iban de presidente a diputado provincial, y que se votaban en toda la provincia: FpV-PJ, Cambiemos-Pro-Frepam, UNA-Pueblo Nuevo y Progresistas-GEN.
La oposición tuvo sus problemas, pero otros aciertos. El postulante a vice, tratando de justificar la derrota, dijo, entre otros argumentos, que había sido porque hubo candidatos a legisladores que no habían hecho campaña. Lo que mostraron los números es que hubo más fidelización del voto opositor a Pro-Frepam que en el del PJ y que no hubo tantas diferencias entre sus tramos. Y a pesar que el sentido común marca que esto debería ser una condición del justicialismo.
Mientras entre las siete categorías la mayor diferencia de votos en la lista de la alianza UCR-PRO fue de 6.182 votos (8,5% de corte), en el PJ ascendió a 17.622 (el 18,1% de corte). Los partidos chicos sufrieron más la fuga de votos: entre la boleta de Sergio Massa y Pueblo Nuevo hubo un 70,1% de corte (31.878 votos entre la presidencial y la de gobernador) y en Margarita Stolbizer logró un 56% más que el postulante a la gobernación del GEN (3.081 votos de diferencia).
En ese sentido, aunque sufre los tiempos de un votante más complejo, la anacrónica “boleta sábana” de La Pampa llegó a imponerse en casi dos de cada tres votantes de las principales boletas.
El blanco se impone.
Finalmente, hay otro número que en La Pampa, como en el país, ya es tendencia en las últimas décadas, y que parece acrecentarse: el del voto descontento o desencantado, el “voto blanco”, que interpela directamente a la clase política.
De allí la fuga de votos positivos que le descuenta al PJ y que le faltan a la oposición para acercarse al oficialismo. Y aquí es otra de las claves para entender los cortes de boleta. Representa casi una “tercera fuerza” oculta, que da un mensaje, pero que no tiene implicancia en la vida política al no quedar representada.
El voto en blanco más los nulos estuvo entre el 6,4% para la categoría de presidente y el 11,3% para la de gobernador, al 23,4% para la de parlamentario pampeano al Mercosur. En Santa Rosa estuvo entre el 12,2% para intendente y el 16,9% para juez de Paz -la categoría menos votada- y en General Pico entre el 11,2% y el 18% para los mismos puestos.
En elecciones similares la diferencias son parecidas: el voto en blanco en 2007 estuvo entre el 11,8% para gobernador y el 17,1% para legisladores nacionales y en 2011 trepó llegando al 14% y el 25%.
Hubo diferencias entre los tramos ejecutivos y los legislativos (el votante apoyó los que gobiernan, pero cortó a los cargos para cuerpos legislativos). Esto ocurre para aquellas fuerzas con posibilidades de gobernar, como el PJ y el Pro-Frepam. En el resto de los partidos, los votos para cargos legislativos superan a los de gobierno.