Se empieza a definir el acuerdo opositor


Se empieza a definir el acuerdo opositor

La rosca y el poroteo: ahora la convención de la UCR pampeana.
La UCR pampeana ya tiene definido ampliar el frente con el PRO. Pero en la convención provincial se disputarán, con ese marco, otras cuestiones: el amplio poder a Torroba para negociar o los condicionamientos para frenar una negociación que los deje afuera. 

Norberto G. Asquini

El acuerdo con el PRO ya está cerrado en la UCR nacional, y ahora falta su capítulo provincial. El fin de semana pasado, la convención radical de Gualeguaychú definió una alianza con Mauricio Macri y Elisa Carrió. El giro pragmático no terminó de ocultar las flaquezas de la UCR, que a pesar de ser un partido que todavía conserva una estructura nacional, no tenía candidatos presidenciables posicionados. Ante la segura debacle, se prefirió un frente en el que pervivir que otro en el cual estrellarse.

Convención local.

En La Pampa se espera entonces la convención local del sábado 28 para definir la política de alianzas. La postura mayoritaria está volcada en acordar con el PRO de Javier “Colo” Mac Allister, aunque con condiciones. En eso hay un consenso amplio, más allá de las voces disidentes. Además de mantener a los aliados del socialismo y el frentismo y sumar algunas otras fuerzas menores. La idea es sostener una boleta competitiva frente a un PJ dividido, pero asegurarse también la primacía en los cargos nacionales y en las listas de legisladores.

Pero dentro de esa estrategia electoral, como ocurrió a nivel nacional, se esconden diferentes posturas. Hay dos que podemos considerar mayoritarias y que son parte de la “rosca radical” de estos días.

El arreglador.

El precandidato a gobernador, y presidente de la UCR pampeana, Francisco Torroba, quiere que la convención le otorgue la potestad, o amplios poderes, para cerrar un acuerdo con el PRO y otras fuerzas sin condicionamientos y bajo sus términos. Aunque estableciendo claramente la decisión de que la boleta provincial no vaya enganchada con la presidencial de Macri en el tramo nacional. Ya avisó, como forma de presión, que si no es respaldado con esta moción, no se postulará a gobernador, y un aviso similar parece haberle hecho al PRO. Es una estrategia usada en todas las elecciones por el candidato mejor posicionado. El diputado nacional es el que tiene el capital electoral a sus espaldas y quiere hacer valer esto frente a propios y extraños. Frenó cualquier decisión importante hasta después de la convención nacional y la local del próximo sábado 28 para tener un panorama cierto. Y mientras tanto usar esa incertidumbre como un dique de contención a las pretensiones de los demás sectores del Frepam y del PRO.

Contando “porotos”.

Todos hacen su “poroteo” -contar los porotos para los más desprevenidos- viendo quién está con quién en la convención. Hasta el día sábado, no habrá nada concreto. Torroba tiene bajo su ala buena parte de los y las convencionales que votarán. El diputado nacional para lograr un “cheque en blanco” tiene que tener al menos dos tercios de los votos. Como presidente del partido fue colocando esos representantes propios en los comités locales que no se conformaron en tiempo y forma. En Macachín, por ejemplo, todos los convencionales parecen responder a él. Pero hay otros que responden a lo que era la Línea Blanca y otros sectores internos y que tendrían más del tercio necesario para condicionarle cualquier pretensión.

La cuestión es que no solamente los convencionales radicales le tienen que aprobar una política de ampliar el frente provincial, sino además definir si deberán luego ratificarlo y confirmar el acuerdo que haga con el PRO en una segunda convención. Torroba quiere evitar esa segunda instancia para definir con su “mesa chica” los cargos sin condiciones, sobre todo de los radicales.

Los resistentes.

Del otro lado están quienes desconfían de él como negociador, ya que afirman que haría un frente y una boleta a su medida y dejaría al resto en el camino. Un juego en el que hay un solo ganador, y muchos sacrificados. Ponen el ejemplo de 2011, cuando todavía no tenía el respaldo actual y debía entonces acordar con el senador Juan Carlos Marino que le ponía frenos. En Santa Rosa no solamente definió qué lugar ocupaba cada línea y partido, sino que les impuso además el nombre que pretendía él de cada uno de esos sectores.

Temen además los términos de esa negociación, entre otras cosas porque podría dejar libre a Mac Allister para pelear por la senaduría y los cargos nacionales, golpeando a los blancos y celestes, a cambio de imponer Eduardo Pepa, el intendente de Alvear, hoy en el PRO, como compañero de fórmula. Sobre todo siendo Torroba quién se sentará a acordar en nombre de todo el radicalismo de conseguir los votos necesarios en la convención. Tampoco quieren que negocien un acuerdo junto al precandidato los miembros del comité provincial, porque estos responden al mando de Torroba o especulan llegar ellos a ocupar un lugar en las listas. Los “resistentes” a las pretensiones de Torroba mocionarían para que sean representantes de cada línea los que negocien el “reparto” de cargos. Muchos temen que Torroba haga “tabula rasa” en todas las boletas con las expresiones que no tenga en sus planes.

¿Adónde van?

¿Qué acuerdo para una coalición opositora puede salir después de la Convención provincial? Por ahora solo hubo intenciones públicas de Torroba, a la espera de que le den amplios poderes, de acercamiento. Del otro lado, Mac Allister adoptó una postura de firmeza, aunque dando indicios de querer sentarse a negociar. No ayudaron las primeras declaraciones del radical, que ya impone condiciones a sus futuros socios como quedarse con las boletas nacionales y el candidato a gobernador para el radicalismo, o sino que haya internas. Más allá de que esté en una posición de predominio, la táctica de la imposición es un mal paso para iniciar cualquier conversación. Y sobre todo cuando se informa a través de los medios.

Una cuestión a resolver es cómo se definirán las listas nacionales, cuando a nivel país parece haber -aunque otros dudan- un acuerdo PRO-UCR para respetar que se mantengan los cargos del radicalismo en los distritos que ya tienen senadores y diputados. Torroba pretende para sostener al Frepam y sus aliados personales de distintos sectores garantizar que la boleta provincial no vaya “enganchada” con las presidenciales, dejando liberados a sus votantes de votar a quien quieran en lo nacional. Para el diputado nacional, Macri le resta puntos encabezando la nómina opositora.

Otra cuestión es si habrá listas compartidas para gobernador y diputados provinciales o habrá una interna. Mac Allister ya avisó que no quiere ser vicegobernador, Juan Carlos Olivero sigue mostrándose como alternativa para los que no están en los planes torrobistas y juntando adhesiones para una lista interna. Y una elección previa a octubre podría demostrar las debilidades del armado frente a un PJ movilizado y que se juega al todo o nada el 5 de julio. Se agrega la cuestión de las listas locales, ya que el PRO tiene lanzados varios candidatos a intendentes, ¿cómo determinar el postulante si la UCR tiene también referentes locales y cómo conformar listas compartidas? ¿Quién se baja?

El lugar de los socios.

Y faltan los lugares en esa “mega-boleta” para los otros socios, el “ala progresista”. Hubo algunas voces que se lanzaron contra un posible acuerdo con el PRO, pero desde lugares periféricos. Son quienes temen quedarse afuera en el reparto. Además Torroba no deja de amagar con un acuerdo con el peronista Jorge Lezcano, el que quedaría fuera del espacio del PJ empujado por las otras líneas, y hasta sumar a Darío Hernández para “bajar” la boleta de Miguel Calamari.

La visión que parece primar es que hay una posibilidad de ser alternativa de poder al PJ y lograr la alternancia luego de 32 años y para eso la UCR quiere ampliar el espacio aliancista. Esto ya se vivió en 1987 con Antonio Berhongaray y en 2007 con Juan Carlos Marino. En otros momentos la UCR ya había tentado a sectores de derecha, pero eran menores, y eso no molestaba a los socios progresistas. Ahora el convocado es una fuerza que ingresaría como socio mayoritario y eso sacude a los aliados que se sienten desplazados. Además de los propios radicales que se sienten vulnerados con el ingreso de una “pata peronista”.

El aporte de los sectores progresistas es de un votante que suma desde un perfil de centroizquierda, pero además equilibrando ideológicamente al frente, más allá de los votos que tenga cada uno. Desde el socialismo hay lanzados precandidatos a intendente en Santa Rosa y General Pico y algunas localidades más que sumarían al armado general y no se puede desconocer. El límite es la boleta de Macri presidente, pero en lo provincial hay planteado un escenario que desconocerlo llevaría al suicidio político. El Fregen ya anunció que apoya el acuerdo con el PRO: en la estrategia del seguidismo radical cifra su supervivencia.

 Temores.

En todo este entramado, el temor de todos, desde radicales, socialistas, frentistas y hasta el PRO, todavía sin haberse sentado a negociar, es no quedar atrapados en las redes del precandidato impuesto por la realidad, que parece ir tejiendo día a día una estrategia en la cual caen todos sus potenciales aliados, que se quedan sin juego alternativo. Salvo el que les propone el jugador que busca ser la única opción opositora. Este armado para ganarle al PJ dividido tiene como fortaleza un postulante con chances, y en su escasa generosidad su mayor debilidad.

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