Una Independencia distinta y soberana
Opinión 8 julio, 2013 - 23:22Cuando accedemos al 9 de julio, recordamos y/o vinculamos esta fecha registrada en nuestro calendario histórico argentino como el Día de la Independencia.
Hago uso de mis archivos memorísticos además de recurrir a lecturas historiográficas, para elaborar un párrafo con esos caracteres, queda impresa mi lectura respectiva de ese festejo patrio, donde se incluía la identidad nacional. Con la promulgación de la Ley de Educación Pública en el año 1884, además de la obligatoriedad, gratuidad y gradualidad se incorporarían algunos símbolos: bandera, escarapela, próceres y fechas relacionadas con una Historia Oficial, donde este 9 de julio se caracterizaba como destacado.
Ese Congreso convocado a Tucumán en marzo de 18l6, estaba integrado por un número de 33 diputados de varias de las Provincias –no tan- Unidas del Sur. Algunas no pudieron estar presentes, por la recuperación del ejército realista de algunos territorios llamados por los hispanos Virreinato del Río de La Plata, propiedad de Fernando VII. Otros identificados con la Liga Federal en un estado de guerra civil, tampoco estuvieron presentes a excepción de Córdoba.
La Casa de Tucumán construida en 1760, era propiedad del comerciante Diego Bazán y Figueroa, aunque estaba en manos del matrimonio de su hija Francisca Bazán. Era un edificio de estilo señorial, cómodo y espacioso, aunque carecía de ornamentos y se ubicaba sobre la calle “del Rey” –hoy Congreso-. No hay registros de cuando fue alquilada por el Estado para las sesiones del Congreso, utilizada desde marzo de 1816 hasta enero de 1817, fue derrumbada una pared interior para tener un salón de sesiones más cómodo.
El cuerpo de legisladores, dieciocho abogados, nueve sacerdotes, dos frailes y cuatro militares se abocaron a considerar el reglamento interno del Congreso y las cuestiones políticas internas. En cuanto a lo primero, nombraron un presidente que debía ser rotativo, durando cada uno un mes en ese cargo. También eligieron dos secretarios, cayendo la designación en Juan José Paso y José Mariano Serrano. A diferencia de la Asamblea de 1813, se declararon “Diputados del pueblo” y no de la Nación, porque se reconocían representantes del lugar donde procedían y podían ser relevados.
En mayo luego de la renuncia de Rondeau, fue elegido como nuevo Director Supremo el general Juan Martín de Pueyrredón, quien designaba como comandante del Ejército del Norte a Belgrano, en esos momentos embajador ante Gran Bretaña. Belgrano aconsejaba establecer una monarquía temperada para las Provincias Unidas del Sur, ubicar su capital en Cuzco para incorporar al Perú, y con un Rey descendiente de los incas.
Mientras tanto, el general San Martín gobernador de Cuyo, organizando el Ejército de los Andes para ingresar a Chile, le exigía al diputado Godoy Cruz una rápida decisión de soberanía, para romper los vínculos de vasallos del rey de España, intentando recuperar sus territorios en las “Indias occidentales”. Recordemos, San Martín había diseñado con el General Bolívar, un plan estratégico para independizar todos los territorios en el continente del Sur americano; por eso exigía una respuesta urgente.
Finalmente el 9 de Julio de ese año 1816, bajo la presidencia del diputado Laprida, el congreso resolvió declarar a las Provincias Unidas en Sud América –se alteraba el nombre común- una nación libre e independiente, y romper todos los vínculos con el rey Fernando VII. Se redactó un acta en español y quechua, enviando una invitación en carácter de aceptación de la independencia a muchos países, aunque ninguno la aceptó.
Luego se continuaría la discusión en torno al tipo de gobierno –no se resolvió-, y a principios de 1817 el Congreso se trasladaba a Buenos Aires por la presión del ejército realista sobre la frágil frontera al norte. Es cierto, hay que destacar la acción del salteño Guemes, quien repelió las fuerzas del general de la Serna.
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Hecha esta reseña y a modo de epílogo redacto una breve conclusión sobre este recordatorio destacado, de nuestra historia argentina. Constituye un hecho estratégico y necesario para quienes en esa época inicial, tenían un compromiso en la constitución y/o “armado” de un país que necesitaba romper los vínculos coloniales con un imperio en decadencia. Al cobijo y amenazas del creciente gigante imperio británico, esas provincias tendrían duros enfrentamientos entre unitarios y federales, hasta llegar a la etapa de organización bajo el lema Orden y Progreso en los mediados del siglo XIX.
Un sustento ideológico liberal respaldaba la independencia política a la vez que generaba espacios comerciales; nuestro país tenía muchos campos de producción primaria para abastecer la nueva potencia industrial británica. Por eso apoyaban nuestra soberanía, aunque se apropiaban de territorios como las Islas Malvinas por “razones estratégicas”, dado su espíritu colonial expandido en tierras africanas y asiáticas.
Somos un país independiente cuyo cometido debe ser mantener su identidad Argentina, por eso la educación suena a vital y prioritaria. Además desde las esferas de poder se tienen que ejecutar prácticas democráticas, para nuestro resguardo cotidiano. Y en la dimensión internacional estas tareas regulares nos permitirán aquel titulado: Soberanía e Independencia, o sea “Luchamos por la Patria”.-
Mario A. Higonet